“Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!
(Lucas 18, 39)
Señor
Así como el ciego de Jericó, ten misericordia de mí, de todas mis sombras y faltas. Ayúdame a ser cada día un mejor hijo tuyo.
Amén.