Aunque me hubiera quedado una habitación libre, desde luego no se la hubiera dado a esa pareja. Gente sospechosa. Han dicho que eran marido y mujer, pero yo no me chupo el dedo y a mí no me la pegan.
Él es demasiado viejo y ella demasiado joven. Y como está encinta… Tal vez es el padre que la ha sacado de su pueblo para evitar el escándalo. Pero la mía es una posada honrada, y aquí no quiero partos clandestinos.
Por otra parte, no me parece que la trate como a una hija. Este vejete la mira como si fuera una cosa santa y casi con reverencia. Acaso es un criado de confianza que ha cargado con este bonito trabajo… De todas maneras, su marido no es. Y ella con ese aire inocente y casto como si no se avergonzase de nada… Y debe de estar en los últimos días. Ya te digo yo que las apariencias… ¡Fíate de las mujeres! Parece una virgen y está a punto de ser madre. ¡Hay que ver! Y luego, como si no bastara, huelen a miseria desde una legua. Y en mi casa no quiero pobres. Serían capaces de plantarse aquí durante un mes, con la excusa de la parturienta, y al final de todo oírles decir que no tienen bastante dinero para pagar la cuenta.
Si hubieran llegado con bonitos vestidos y con la bolsa llena acaso hubiera podido encontrar un rinconcito para ellos. El mozo podía haber ido a dormir a casa de sus hermanos durante algunas noches… Cuando el oro está de por medio todo se arregla. Pero con esos no hay nada que hacer. Ella lleva un vestido cualquiera que yo me avergonzaría de dar a mi mujer, y él un manto liso que debe de tener más años que quien lo lleva. Además, habría el peligro de que los gritos de ella y los lloros del niño molestaran a los otros viajeros. ¡Buena cosa encontrarse la posada vacía por culpa de dos vagabundos misteriosos! Aseguran que son galileos, pero el refrán dice que de Galilea nunca puede venir algo bueno.
¡He hecho bien en sacármelos de encima!
Un agujero en cualquier sitio lo encontrarán seguro antes que sea de noche.
(Soliloquios de Belén. Exposición Universal. Giovanni Papini. 1941)
También puedes escucharlo en https://www.youtube.com/watch?v=WicKmGvGzvI
El año 2017 el Papa Francisco nos decía que el pesebre nos invita a asumir la lógica divina “que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad”. Contrariamente significaexclusiones y por ello hay que rechazar la tentación de “vivir en esta lógica del privilegio”.
Delante del pesebre están los rostros de José y María, “rostros jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas”. Y que no se puede hablar de futuro sin “asumir la responsabilidad que tenemos para con nuestros jóvenes” y “la deuda que tenemos con ellos”.
“Por ello señaló el Pontífice, “somos invitados a no ser como el posadero de Belén que frente a la joven pareja decía: aquí no hay lugar”.
Si Dios está con nosotros, nada ni nadie puede separarnos de Él. Eso sí, nosotros podemos volverle la espalda, vivir como si Él nunca hubiera venido, como si no hubiese hablado. No nos sirve de nada ni siquiera que Dios esté con nosotros, si nos negamos a estar con Él, de su parte. Por eso, la Navidad es una
ocasión para volver a sentir la necesidad de este Salvador. Y esta salvación nos la ofrece en cada Eucaristía y en la confesión.
Permitamos que el niño Jesús nazca en nuestra alma y que esté con nosotros en casa, en nuestro trabajo, en nuestras empresas, en nuestros proyectos. Sólo en Él está la salvación y la auténtica liberación. Y con Él alcanzaremos la santidad, la gracia y la paz, apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario.
1. El milagro de Belén es fruto del Espíritu Santo. En tu vida diaria, ¿Te relacionas con él? 2. ¿Tienes sitio en tu corazón para el Niño Dios o está todo lleno?
3. En tu situación actual, ¿Apuestas por la inclusión y la acogida por los que menos tienen?
Quédate con nosotros, Señor, esta noche. Te he hecho lugar en mi corazón, lo he limpiado. Quédate para adorar, alabar y dar gracias al Padre por nosotros, mientras dormimos; que baje del cielo tu Misericordia sobre el mundo. Sé nuestro Emmanuel eterno desde el silencio del Sagrario, y nada temeremos. Sálvanos, Señor, y danos tu amor. Amén.